La persona que lee.
La persona que lee adquiere auténticos placeres y distracciones saludables que le dan una satisfacción interior difícilmente equiparable a ninguna otra exterior.
La persona que lee se transforma en parte del universo del conocimiento y de la misma educación.
La persona que lee es libre de pensamiento. Cada vez más posee mayor objetividad y comprensión de los acontecimientos que ocurren en su entorno.
La persona que lee se ilustra en la corrección de su lenguaje y en el apasionante y amplísimo ámbito de las demás ciencias y artes.
La persona que lee tiene la oportunidad de descubrir el pensamiento de los demás y por tanto, tiene la fortuna de enterarse del criterio de estos en relación a diferentes temas y reflexiones de vida.
La persona que lee puede comparar su forma de pensar con otros seres humanos y así ampliar y normar su propio criterio.
La persona que lee tiene la dicha de poder imaginar cada vez más, soñar y adentrarse en sí misma, lo que le permite desarrollarse y crecer en lo más profundo de su espíritu, es cuando se hace más humano.
La persona que lee también libros de superación personal y autoayuda, desarrollo humano y filosofía, tiene un pensamiento más acorde con la verdad esencial y llena su vida de sueños e ilusiones que ahora sabe puede alcanzar con alegría, crece en conocimiento basándose en leyes naturales y principios universales, logra desarrollar la capacidad para discernir lo que ocurre en la vida y, lo mejor: puede influir positivamente en la vida de los demás con mayor profundidad e impacto para beneficio de la humanidad, y es que la persona que lee, siempre incrementa su confianza en sí mismo y con ello siente la fuerza para ayudar a los demás.
La persona que lee logra desarrollar una NUEVA CONCIENCIA a través de la cual tiene la opción de decir cosas agradables, interesantes y generadoras de energía para sus semejantes. La persona que lee es un comisionado de Dios para seguir llevando su mensaje a la humanidad ya que sabe que cuando reza, le habla a Dios, pero cuando lee, Dios le habla a él. Así, la persona que lee vive con una gran...
¡Emoción por Existir!
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