En lo alto de una columna se alzaba la estatua de oro del Príncipe Feliz. Una golondrina solitaria decidió cobijarse entre los pies del Príncipe.
Así nació entre ellos una amistad pura y generosa, capaz de cambiar la vida de los demás.
La dorada estatua, admirada por todos los habitantes de la ciudad que protege, se siente triste. ¿Cuál será el secreto de las lágrimas del Príncipe Feliz?
Quizá una golondrina de buen corazón, que sueña con visitar las Pirámides de Egipto, consiga hallar la respuesta, en este hermoso cuento, en el que están presentes toda la agudeza y la sensibilidad que han hecho inmortal la obra de su autor.
En El ruiseñor y la rosa, el ruiseñor da su vida para que el estudiante consiga la rosa de la que se ha encaprichado su princesa amada: una rosa roja, que es el único color inaccesible en el reino y que sólo se logra con sangre.
La princesa encima se mostrará desagradecida y rechazará el regalo.
En El gigante egoísta, el gigante no deja jugar a los niños en su jardín. Como castigo, el invierno se queda permanentemente en él. El gigante rectifica y deja que los niños jueguen. Morirá feliz en el mismo jardín y un niño-Cristo vendrá a llevarle al cielo.
En El amigo abnegado, el molinero abusa constantemente de la amistad de Hans, con la excusa de que le va a regalar un objeto que le sobra. Hans muere, a causa de esos abusos, y el molinero se luce en el entierro y presume de haber sido su gran amigo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario